Dos de los ejércitos más poderosos de Oriente Próximo, Israel e Irán, se acercan a una guerra abierta, lo que aviva el temor a que la región esté al borde de lo que podría ser el conflicto más importante del siglo.
En una dramática escalada de las tensiones en Oriente Próximo, Israel lanzó en la madrugada del viernes una amplia operación militar contra infraestructuras iraníes clave. La ofensiva, cuyo nombre en clave es Operación León Naciente, ha atacado más de 100 puntos de Irán, centrándose en instalaciones nucleares, complejos militares y sistemas de defensa antiaérea. La escala y precisión de los ataques constituyen una de las campañas aéreas de mayor envergadura de los últimos años en la región. El enfrentamiento pone a dos de los ejércitos más poderosos de Oriente Próximo en rumbo de colisión directa. Mientras el mundo observa con ansiedad, el temor ya no es si las hostilidades se intensificarán, sino hasta dónde podrían llegar.
Un conflicto a gran escala entre Israel e Irán sería profundamente desestabilizador, no sólo para la región sino para el mundo, debido al poder militar implicado. Mientras Irán presume de superioridad numérica en tropas, tanques y artillería, Israel mantiene una ventaja tecnológica, un poder aéreo superior y algunos de los sistemas de defensa antimisiles más avanzados del mundo. Además, ambos países han demostrado su fuerza en la guerra de drones y misiles y poseen décadas de experiencia en combates modernos de alta intensidad.
Anticipación de nuevos ataques contra Irán
La ofensiva israelí de la madrugada de este viernes fue una exhibición de poderío militar. Más de 200 aviones lanzaron más de 330 municiones de precisión, con ataques coordinados contra los lugares más sensibles de Irán. Entre los objetivos se encontraban instalaciones de fabricación de misiles, residencias y oficinas de científicos nucleares y centros de mando del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (IRGC). El Complejo de Enriquecimiento de Natanz, en la provincia de Isfahán, centro del programa iraní de enriquecimiento de uranio, resultó dañado, al igual que numerosos lugares de Teherán.
Los primeros informes procedentes de Irán indican también importantes pérdidas. Entre los muertos figuran el general de división Mohammad Bagheri, jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, y Fereydoon Abbasi, ex jefe de la Organización de la Energía Atómica. Ali Shamkhani, alto asesor del líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, resultó herido de gravedad.
La Fuerza Aérea israelí (FAI) declaró haber llevado a cabo un "ataque a gran escala" contra los sistemas de defensa antiaérea de Irán, destruyendo "docenas" de instalaciones de radar y lanzaderas de misiles tierra-aire. Esto sugiere que Israel está limpiando las capacidades disuasorias de Irán en previsión de nuevos ataques.
La reacción de Irán y su poderío militar
Irán respondió con rapidez, lanzando más de 100 drones hacia territorio israelí; la mayoría fueron interceptados por los sistemas de defensa antiaérea de Israel, lo que limitó el impacto. A pesar de las represalias inmediatas pero limitadas, todo el potencial militar de Irán sigue siendo una amenaza inminente para Israel. El país ha realizado grandes inversiones en un vasto y sofisticado arsenal de misiles, incluidos misiles balísticos con un alcance superior a los 3.000 kilómetros e incluso armas hipersónicas. Estas capacidades permiten a Irán amenazar a los adversarios regionales, así como a las bases estadounidenses en la región, y esto, hasta ahora, ha servido de poderoso elemento disuasorio.
Irán es también un líder regional en la guerra de drones, con una flota diversa de vehículos aéreos no tripulados (UAV) utilizados para la vigilancia y los ataques. La República Islámica incluso ha exportado esta tecnología a sus aliados y ha comenzado a establecer instalaciones de producción de drones en el extranjero para apoyar a socios como Rusia. Irán también puede contar con un gran ejército permanente, vastas reservas, así como con el dominio de la guerra asimétrica a través de 'proxies', ciberataques y tácticas no convencionales.
El poder de Israel: pequeño en número, pero muy organizado
Israel, por su parte, es reconocido desde hace tiempo como uno de los ejércitos tecnológicamente más avanzados del mundo. Sus sistemas de defensa antimisiles -como Iron Dome, David's Sling y Arrow- figuran entre los más sofisticados del mundo. También dispone de un potente arsenal cibernético y de servicios de inteligencia altamente cualificados, como los prestigiosos Mossad y Shin Bet, que desempeñan un papel fundamental en la identificación y neutralización de amenazas antes de que se materialicen.
Aunque el ejército permanente de Israel cuenta con unos 170.000 efectivos, sus fuerzas de reserva, altamente organizadas y entrenadas, pueden alcanzar casi el medio millón en cuestión de días. La Fuerza Aérea israelí está considerada como una de las mejores del mundo, equipada con aviones avanzados y armas de precisión. La doctrina militar israelí hace hincapié en la movilización rápida, la resistencia y la superioridad tecnológica, rasgos todos ellos moldeados por décadas de conflictos continuos.
Riesgos indirectos
Una guerra a gran escala entre Israel e Irán podría desencadenar un conflicto regional más amplio. Es probable que Hezbolá, el representante de Irán en el Líbano, se vea implicado. Israel invadió el sur del Líbano en octubre y ha neutralizado en gran medida la capacidad de Hezbolá, con un alto el fuego temporal que entró en vigor a finales de noviembre.
Los combates podrían extenderse fácilmente a Siria, Irak y el Golfo, con el consiguiente riesgo para los activos estadounidenses en la región (se ha informado de la evacuación de personal estadounidense de Bagdad hace tan sólo dos días). El llamado "eje de resistencia" de Irán, una coalición informal que incluye a Hezbolá, las milicias chiíes en Irak, los hutíes en Yemen y el derrocado régimen de Assad en Siria, aún le proporciona cierta capacidad para proyectar fuerzas más allá de sus fronteras.
Las posibles consecuencias se extienden más allá del campo de batalla. La implicación de Estados Unidos, ya sea deliberada o como resultado de ataques contra sus activos, podría derivar en un conflicto internacional más amplio. Europa también puede verse afectada, ya sea por ataques directos, ciberataques, una interrupción de los flujos mundiales de petróleo o como resultado de las repercusiones de las amenazas a la principal arteria de transporte marítimo que pasa por el Golfo de Adén. Las crisis de refugiados, la inestabilidad económica y el aumento de los precios de la energía son consecuencias imaginables que podrían afectar a los países europeos si el conflicto se extiende.