Solo el personal de la mezquita y los guardias pudieron asistir a las tradicionales oraciones del viernes, según el Waqf, la entidad islámica que gestiona el sitio. Se prohibieron las reuniones públicas en el recinto, aunque la llamada a la oración sonó como de costumbre.
El lugar, conocido por los musulmanes como Al Aqsa y por los judíos como el Monte del Templo, tiene una profunda importancia religiosa para ambas religiones. Cerca de allí, la plaza del Muro de las Lamentaciones estaba vacía, con las oraciones judías trasladadas al interior.